La fuga.
Esa noche no bajé a comer. Me había dado una
ducha para calentarme y sacarme el barro del cuerpo. No me había importado el
horario de duchas, puesto que era el de Maggie y quería fastidiarla, aunque
fuese de una manera tan torpe.
Cuando regrese a mi cuarto, o al cuarto de
Eric, encontré una bandeja con un tazón de sopa y jugo de naranja. No quise
comer.
En el ropero busqué algo viejo que me sirviera
de pijama, no pensaba acercarme al otro extremo de la casa, donde estaba
Maggie, para verme tentada de golpearla nuevamente.
En un cajón algo roto y descuidado encontré,
escondido entre camisetas y jeans, una vieja remera blanca con una mancha azul
en una punta y unos pantalones de gimnasia negros que me quedaban notablemente
grandes.
No fue hasta que me contemple con mis propios
ojos (no había espejos en el cuarto) que noté cuán grande era Eric, entonces
figuré que estaba usando su ropa. Esa que tenía su aroma, esa que él había usado
en algún momento. Me sentía mal, pero no iba a pedir perdón porque jamás había
pedido perdón en mi vida entera ¿Qué tal si lo hacía mal?
La cama tenía muchas frazadas y dos cómodas
almohadas. Era más grande que la mía, todo en ese cuarto era más grande de lo
que acostumbraba.
Tardé muchísimo en dormirme. Quería encontrar a
Charlie y largarme de ahí. Pero al mismo tiempo, quería la verdad, quería que
alguien (una sola vez en la vida, al menos) no me mintiese. Por un momento
pensé que Eric era el único que nunca lo había hecho pero eso, obviamente, no
era verdad.
Cuando la madrugada llegó, aun seguía sin poder
dormirme. Tenía un plan, simple y claro, y no podía quedarme sin hacer nada.
Junto a la cama seguía la bandeja de sopa, fría
y quieta.
Al tocar el suelo de madera con mis pies
desnudos me estremecí por completo.
Me quité el pijama de Eric y volví a vestirme
con mi ropa del día anterior. No odia arriesgarme a entrar en mi cuarto y
despertarlo.
Tome mi abrigo, mi bufanda y mis guantes de los
pies de la cama y me vestí lista para irme.
Salí al corredor y me encontré con aquella
perra, ¿Cuál era su nombre? Oh, si… Niki.
Había dormido toda la noche esperando en la
puerta de su dueño.
Intenté correrla sin hacer demasiado lio, al
final logré que se fuera y la vi alejarse por las escaleras. Caminé detrás de
ella, pasando por todos los cuartos que estaban en el camino.
Recuerdo haber sentido ruidos en el cuarto de
Pam. Apoyé mi rostro en la puerta y la oí llorando. Eran casi las cuatro o
cinco de la mañana y ella estaba llorando.
Tal vez lo hacía dormida, tal vez no. Pocas
veces, desde mi quinto cumpleaños, había dormido en un mismo cuarto con Pam.
Había olvidado como sonaba su llanto, no aquel que usaba para evitar hablar de
algo, sino aquel que realmente era sentido por su mismísima alma. Ella no la
pasaba bien, no entendía porque me había costado tanto entenderlo.
¿Era posible amar a alguien a tal punto de
llorarle luego de trece años sin verlo?
Jamás había pensado que se podía. Jamás había
llorado por amor. Jamás había creído en el amor.
Era suficiente, sentí mis piernas tambalearse
por un momento. No les presté atención, tenía que hacer algo para irme de ese
lugar.
Baje las escaleras silenciosamente. Todo estaba
oscuro. Ni una sola luz en el exterior. Ni una sola luz en el interior.
Camine con cuidado para no golpear ningún
mueble. En un llavero colgado en la pared intenté encontrar las llaves de la
camioneta, había visto a Eric colgándola allí el día que llegamos a la finca.
No tuve suerte. No estaba allí o en la barra de
la cocina o en la mesa o en ningún lado. Iba a tener que usar aquel truco que
Charlie me había enseñado cuando olvido las llaves de su viejo cacharro
puestas. Solo iba a necesitar una uña algo larga, cosa que cuidaba
perfectamente desde aquel día.
Abrí la puerta principal intentando no hacer
demasiado ruido. Rodeé la casa hasta quedar en una especie de cobertizo sin
puerta que había a un costado. Rodeando la camioneta había repisas con latas
llenas de clavos o pintura o aceite.
Abrí la puerta del conductor en plena
oscuridad, sorprendiéndome muchísimo al encontrar a Eric sentado en el asiento
delantero.
Le pregunté qué demonios estaba haciendo allí.
No podía creer como no me lo había imaginado. Él me respondió que no pensaba
dejarme ir sola, que no era tan estúpido.
-
¿Cómo supiste?-. pregunté, sentándome en el
asiento del acompañante para no perder más tiempo y largarnos de allí.
-
¿De veras crees que yo pensaría que te
acostarías a dormir luego de enterarte de algo como esto?-. Levantó una ceja y me
sentí avergonzada, me conocía mejor de lo que pensaba-. Demonios, hay que ver
quién es el “estúpido”.
No respondí a
eso. Cualquier cosa que dijera me haría quedar mal de cualquier forma,
por lo tanto recurrí al único consejo útil que Pam me había dado alguna vez: “Cuando
no tengas nada mejor que decir, mejor guardar silencio”.
-
Hum… ¿Qué se supone que estamos esperando?-. Pregunté
al cabo de unos minutos, al ver que él no hacía nada productivo y yo estaba muy
apurada.
-
Aguarda simplemente ¿De acuerdo?-. Volví a
callarme, él también. Luego, casi diez o quince minutos después, volvió a
hablar-. Oh, ahí está.
Levante la vista que había mantenido fija en
mis rodillas y vi a Maggie, subiéndose en el asiento trasero de la camioneta.
-
Oh no, por supuesto que no-. Dije firme cuando
la puerta se cerró-. Deben estar bromeando…
Sin embargo, nadie sonrió o pareció bromear.
-
Créeme, a mi me divierte tanto como a ti-. Dijo
ella desde atrás, en medio de los dos asientos delanteros, con aquella voz
altanera y despreocupada que tanto me irritaba.
-
De acuerdo damas, esto sí es escalofriante:
tienen algo en común-. Las dos miramos a Eric como si pudiésemos asesinarlo en
ese preciso momento. No podría haber dicho peores palabras que esas-. Ya, me
callo.
Lentamente, para no despertar a nadie con el
motor de aquella vieja cosa, conducimos por el camino de entrada, hasta que
estuvimos lo suficientemente lejos para acelerar sin disturbar el sueño de
nadie.
-
Y entonces, ¿Por qué has venido exactamente?-.
pregunte molesta, girándome hacia Maggie para hacerle saber que su presencia no
era bienvenida.
-
Van a rescatar a MI novio después de todo-. Se
cruzo de piernas y de brazos, volviendo a parecerse a la mismísima chica
popular que veía en el instituto todas las mañanas-. ¿No creen que es natural
que quiera venir?
-
Ya, como si te creyera…-. Hizo un gesto con el
rostro, mostrándome parte de su lengua (lo cual fue realmente asqueroso),
entonces yo le indique mi dedo corazón-. No eres más que…
-
April-. Eric dijo mi nombre como regañándome,
¿Acaso me creía una niña? Posiblemente, era unos cuantos años mayor que yo
aunque no lo pareciera-. Ya basta ¿sí?
-
De acuerdo-. Dije de mala gana, luego volví a
Maggie-. No intentes fingir, jamás te gustó Charlie…
-
Es cierto, todo es por conveniencia.
-
Maggie, ¡Detente por favor!-. indicó Eric,
fastidiado por nuestra actitud. Ella se vio molesta por su reacción, mientras
yo me sentía victoriosa-. Dile la verdad o yo lo haré.
-
Esa es la verdad cariño-. Pasó sus largos dedos
por su cabello y él le dirigió una mirada poco amistosa por el espejo
retrovisor-. Ya, solo quería fastidiarla un poco mas ¿acaso me crees tan cruel?
Eric suspiró, ahora sí, era suficiente. Una
sonrisita maliciosa se dibujo en el rostro de Maggie, convenciéndome que esa
era su verdadera personalidad.
-
Escucha-. Me indicó él haciéndome devolverle
toda mi atención, olvidándome de la insufrible persona que viajaba detrás-.
Hace un par de meses supimos que Mazon nos había descubierto y no podíamos
arriesgarnos a dejarte indefensa e huir.
<< Se nos ocurrió despistarlo de cierta
forma. Hacerle parecer que nosotros solo estábamos intentando vivir una vida
normal, mezclarnos con las personas y olvidarnos de la fuente. Entonces supimos
que Rupert estaba espiándonos, pero jamás sospechamos que estaba saliendo con
Pamela.
<< Cuando supimos que teníamos que
alejarlo de su objetivo, la única escapatoria que tuvimos fue el “plan
brillante” que se le ocurrió a Maggie.
-
¿”Algo” se le ocurrió?-. pregunté a propósito.
-
Por supuesto, y fue realmente excepcional-.
Interrumpió ella, respondiendo mi pregunta. Luego continúo con el relato que
Eric había comenzado-. Teníamos que hacerle creer que estábamos interesados en
“cierta persona”. Fue entonces cuando comencé a salir con Charlie, teníamos que
hacerle creer que él era nuestro objetivo.
-
¡¿Qué?!
-
Lo que oyes-. Sonrió, disfrutando verme así-.
Por eso López lo suspendió aquel día de la pelea. Era una forma de hacerlo
escapar de un aburrido castigo, en cabio a ti, te castigó para hacerle creer a
Mazon que tu solo eras una más del instituto.
Entonces todo estaba armado. Si, oficialmente
TODO era una mentira.
-
¿Y porque se interesaron en mi en lugar de
alejarse?
-
Sencillo-. Respondió ella, creyéndose
inteligente y conocedora del mundo-. Necesitábamos descubrir algo de Terry, lo
que sea y solo tú podías llevarnos a ello, puesto que tu madre es una borracha.
-
Maggie, es suficiente-. Interrumpió con
jerarquía Eric.
-
¿Qué? Es la pura verdad-. Sonrió ella,
“inocentemente”-. Pero por alguna razón completamente desconocida, nuestro plan
falló y se llevaron a tu amiguito creyendo que él es el hijo legítimo de Terry
Austin.
-
Eres una mentirosa, cruel e insensible.
-
Se lo llama supervivencia April-. Se puso
seria, ahora no bromeaba-. Tarde o temprano la vida te lo enseña, créeme.
Regresé mi rostro al frente, ignorándola.
Sentía mis ojos húmedos pero ella no iba a disfrutar del espectáculo. No iba a
permitirlo.
Eric permanecía en silencio, podía notar una
mirada extraña en el.
Del asiento trasero se oía la voz de Maggie
tarareando una canción pop, de esas sin letras, sin sentimientos, sin alma y
superficiales. Justo como quien las escuchaba.
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