Sinopsis

April Austin no lo ha tenido facil.
Su padre se fue, su madre es alcoholica y vive en un barrio con poco futuro. Sin embargo tiene a Charlie Power, su mejor amigos desde siempre, quien la apoya incondicionalmente.
Pero desde que él sale con Maggie Parker, April se ve en necesitad de un nuevo hombro donde poder descansar.
Entonces aparece Eric Taylor, el guapo y misterioso chico del salon de castigos.
Secretos de la desaparicion de su padre y lecciones de amor irán apareciendo en esta historia.
¿Podrá April vencer los temores de su pasado? ¿Podrá descubrir que sucedio la noche de su quinto cumpleaños? ¿Podrá creer nuevamente en el amor?


domingo, 14 de octubre de 2012

Capitulo 39



Separados.
No tardamos mucho en zafarnos de los empleados de Mazon. Éramos como fenómenos anormales modificados genéticamente.
Comenzamos a correr por un pasillo estrecho, blanco pero que parecía rosado por las luces de las alarmas.
De repente, todo quedo oscuro. Los tres nos detuvimos, y sentí la mano de Maggie apretando mi muñeca de forma nerviosa. Quise asegurarme que era la de Eric, pero no. Era de ella, pidiéndome que no me aleje. Teníamos que permanecer juntos.
Volvieron a encenderse. Nada. Volvieron a apagarse. Pasos. Volvieron a encenderse. Maggie soltó mi mano. Volvieron a apagarse. Un chillido. Volvieron a encenderse. Corrí con todas mis fuerzas.
Solo podía sentirme corriendo, con el sonido de una sirena de fondo y mi respiración demostrando los nervios.
Tenían a Maggie. Eric, bueno, no sabía que sucedía con él. Y yo había roto la regla primordial.
Las luces dejaron de prenderse y apagarse, entonces me detuve.
Estaba en un cruce. Era el final del pasillo y a mis costados había dos puertas.
¿A cuál debería ir?
En cada esquina había una cámara y las dos apuntaban hacia mí. En algún lugar de la casa, Mazon me estaba mirando, disfrutando el espectáculo, como si fuese un juego.
Él estaba observando cada movimiento, yo era su pequeño títere.
No lo dudé mas, abrí una puerta y encontré una escalera que subía. Era oscura y estrecha. Pisé cada escalón tan rápido como pude. La desesperación me hacía tropezar, pero mis manos se sujetaban a tiempo en la pared.
Llegué al final y encontré otra puerta, la abrí y una ráfaga azotó contra mi rostro.
Una luz gris me hizo un reflejo en los ojos y comprendí que estaba en un amanecer nublado. Corrí unos cuatro pasos y me detuve de golpe. Estaba en un balcón. Abajo, en suelo firme, estaban unos hombres de seguridad, apuntándome con armas y esperando que me resistiera o que me lanzara al vacio.
Miré a lo lejos y encontré esos árboles que rodeaban la casa, por los que habíamos ingresado. Detrás de ellos estaban André y Terry.  Podía irme y escapar, pero tres personas inocentes quedarían en la casa y, hacía tiempo, había aprendido a quererlos.
Una bala se disparó. Me agaché contra el suelo lo más rápidamente posible, pero era demasiado tarde. Había rozado mi brazo y un líquido de un rojizo distinto al de la sangre ordinaria brotaba de mi interior.
-      ¡mierda!-. grite apretando fuertemente mis dientes para no dejarles saber que estaba herida.
Me tenían rodeada y no sabía qué hacer. Cubrí mi brazo apretando la herida con la cinta que usaba para atarme el pelo y limpie las pocas gotas que habían llegado al suelo, no podía darles ni una mínima ración de mi sangre.
Intente volver por donde había llegado, pero tres agentes me esperaban armados. No me quedó más remedio que saltar.

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